jueves, 20 de junio de 2013

Salud, dinero y amor: el mito de la felicidad

En algunas ocasiones, no muchas la verdad, he tenido la oportunidad de trabajar con personas que acudían a mi consulta porque se sentían vacías y con un gran malestar interior a pesar de que tenían una salud de hierro, una pareja, amigos y familiares que le amaban profundamente y que poseían todo el dinero que un ser humano puede desear para hacer todo lo que quisiera sin limitación por causas económicas. Es decir tenían salud, dinero y amor y sin embargo no se sentían nada felices, es más, se sentían muy mal porque ni siquiera se podían quejar ante ninguna persona de su entorno de su profundo malestar.
Mientras nos falta alguna de estas tres cosas podemos engañarnos a nosotros mismos pensando que nuestra infelicidad o malestar es debido a la ausencia de algo en nuestras vidas. Por tanto si nos falta el dinero suficiente para satisfacer los deseos de comprar algo que creemos  que nos falta estaremos  pensando toda la vida que mientras no consigamos tenerlo no podremos ser felices,  y si ya consiguieramos obtenerlo seguiríamos  pensando que ese modelo o marca no es suficiente porque siempre hay uno superior. Y así podemos estar toda la vida. La publicidad juega con nuestras carencias y nosotros picamos el anzuelo.
Lo mismo pasa si creemos que nuestra infelicidad se debe a que nuestra pareja no nos satisface lo suficiente. Iniciaremos una carrera en busca de pareja y saldremos de una relación tratando de buscar otra inmediatamente.
Con la salud pasa lo mismo, pues si estamos enfermos creemos que no podemos ser felices por eso, pero cuando estábamos sanos tampoco eramos felices y es por eso que enfermamos.
¿Qué ocurre entonces con los seres humanos?¿Nunca podremos entonces ser felices?. Son preguntas que a lo largo de mi vida me he cuestionado muchas veces.
Lo que yo he aprendido con las personas que han venido a mi consulta y con mi propio proceso personal de sanación es que cuando se tienen las tres cosas básicas que dice la canción ya no tenemos excusas para anclarnos en la víctima. Llegado a ese punto solo queda ponerse delante de uno mismo y decirse: "vale, ya se que NADA ni NADIE  de ahí afuera me va a aportar ni un átomo de felicidad, debo encontrar dentro de mi" y es en ese momento de gran lucided cuando comienza el auténtico camino espiritual.
Sólo el camino espiritual nos va a llevar a nosotros mismos, a nuestra esencia, al Amor.
Y el camino espiritual no es pertenecer a una Iglesia o secta, no es rezar ni siquiera creer en Dios. El gran camino espiritual es deshacer todos los miedos que nos llevan a la desconexión, al aislamiento,en definitiva, al dolor.
Según vamos enfrentando uno a uno los miedos que nos acompañan desde la noche de los tiempos más remotos vamos descubriendo que en nuestro interior hay una fuerza con la que no contábamos, una fuerza que nos da seguridad en nosotros mismos, en los demás y en la Vida. Una fuerza que nos hace volver a desafiar más miedos que a la vez, cuando los superamos,  nos da más seguridad en nosotros, en los demás y en la Vida.
De esta manera cada vez somos más libres, más amorosos, más plenos, en definitiva más felices.
Y no olvidemos que una persona feliz vibra su energía a una velocidad más elevada creando como un vórtice  de energía que absorbe la negatividad del entorno y por resonancia hace vibrar a las otras personas en la frecuencia más elevada del Amor. Es decir, literalmente,  una persona feliz arrastra a la felicidad a una persona infeliz.

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