viernes, 9 de agosto de 2013

Ruina económica: un ejemplo más de "punto ciego"

Hoy quiero contar un caso real, tan real que es mi propia historia personal.
Desde siempre había escuchado la historia de mi bisabuela materna, mamá Ángeles la llamaban. Ella y su marido papa Paco pasaron de tener muchas tierras y 3 casas muy grandes a conservar solo una casa, la que aún mantiene mi madre. Se fueron a la ruina porque iniciaron un litigio con un vecino de una finca por una linde. Tuvieron que vender todo para  pagar a los abogados y el caso aún está sin resolver porque el dinero se acabó. La descripción que me dieron de mama Ángeles era una mujer "sabia", pues sabía hacer de todo: gorros, guantes, calcetines, medias, medicinas, jabón, pastas, embutidos, de todo. Cuando las personas del pueblo necesitaban algo iban a ella para que se lo solucionase.
Esta historia la sabíamos toda todos pero para mi era una historia más, como cualquier otra que se contaba de la familia.
Pasó el tiempo y yo también me casé, durante ocho años no tuvimos hijos y nuestra situación económica era solvente. Teníamos todo el dinero que podíamos necesitar. Justo poco antes de nacer mi hijo mi pareja decidió participar en una empresa a la cual yo lo apoyé por una cuestión de crecimiento. Yo no quise ser socia de dicha empresa pero sí avalé todos los créditos que se pidieron. Desde el primer momento la empresa nunca fue bien y al cabo de tres años me separé porque la ruina  nos dejó insolventes.
En aquella época yo no sabía nada de patrones heredados y cuando mi madre se quejaba de mi situación mi tía le dijo que porqué sentía vergüenza si los abuelos ya lo habían pasado antes.
Durante 7 años estuve insolvente llegando a pasarme más de 3 noches sin dormir del miedo que tenía. Además para rizar más el rizo  me hice cargo de una persona que estaba enferma  y tenía que cuidar y mantener a mi hijo que  tenía 3 años.
El miedo que yo pasé es indescriptible pero lo tuve que enfrentar pues no me quedaba otro remedio. Mi hijo fue el gran motor para buscar terapias que pudieran ayudarme a superar la situación que tenía encima. Llegué a tener tanto miedo que me fui a Sudamérica porque me hablaron de una terapia que me podía ayudar. Después de enfrentar el miedo cara a cara se solucionaron todos los problemas y yo volvía a recuperar mi piso,  y al cabo de un año más,  pude comprar mi consulta donde trabajo. Durante tres años trabajé con la creencia bien firme de que si se enfrenta el miedo pasa algo increíble, milagroso y así ocurrió con todos los clientes con los que trabajé y aceptaron el reto de desafiarse a sí mismos: auténticos milagros. Hace cuatro años me desafié a mí misma en algo que me daba mucho miedo y de nuevo volví a sentir la angustia de no poder cubrir mis necesidades y el fantasma del desahucio volvió a aparecer. Volví a sentir mucho miedo pero lo enfrenté también valientemente y de nuevo se volvió a solucionar pasando  estos últimos años sin miedo, pues aprendí a vivir el momento presente y soltar todo, sin miedo a que me faltase nada.
Hace justamente 3 meses volvió a aparecer mi viejo amigo y de nuevo el miedo, pero esta vez era distinto: Tenía una calma y paz interior muy grande a pesar de que no podía cubrir los gastos, solo de vez en cuando aparecía el miedo, sobre todo en medio de la noche. Era un miedo visceral, incontrolable y ninguna técnica me podía aliviar cuando aparecía con toda la fuerza.
Fue entonces cuando tuve claro que tenía que trabajar con mis bisabuelos: llegar al plano del pasado y darles amor y comprensión. Imaginé que mama Ángeles estaría resentida con su marido y traté de hacerle entender a ambos que debían perdonarse y amarse. También traté de dar amor y comprensión a la familia contraria.
A la semana siguiente se me llenó la agenda de personas y el mes de julio he trabajado muchísimo, hecho un tanto inusual en estas fechas.
Creo que definitivamente  he limpiado mi "punto ciego", al menos me siento liberada y como si hubiera vuelto a nacer, pero esta vez ya sin cargas.

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